domingo, 8 de mayo de 2011

Madurez Docente


Escrito por Hugo Tapia

http://saladeprofes.com.

En otras ocasiones nos hemos referido a la importancia de saber utilizar las redes sociales. También hemos hablado de la necesidad de utilizar un lenguaje pedagógico o a usar bien las tecnologías. Estos aspectos se conjugan en lo que podemos llamar una "madurez profesional".

Este concepto, si bien no es unívoco, lo podemos definir como el actuar coherente y la aceptación consciente de la responsabilidad asociadas a una profesión determinada. En el caso de un profesor maduro profesionalmente, se espera, entre otras cuestiones, que actúe de acuerdo a su rol docente y que comprenda que tal actitud está relacionada con lo que se espera de él.

Tengo la impresión de que uno de los problemas del profesorado actual es la falta de madurez docente. Día a día podemos observar a profesores que, sin darse cuenta, actúan de forma "poco profesional":

Ø Palabras o actitudes no muy acordes a su rol.

Ø Falta de rigurosidad en las palabras (se acuerdan de la controversia sobre la supuesta disminución de las vacaciones que habría propuesto el Ministro Lavín)

Ø No cumplimiento de las responsabilidades laborales

Ø Despreocupación por la planificación docente, entre otras cuestiones.

Las causas de la inmadurez docente son muchas y pueden corresponderse con la falta de capital cultural, la escasa formación docente en este tipo de cuestiones, o las propias características y/o carencias personales

En términos concretos, podemos señalar algunos indicadores de madurez docente:

1. Posee objetivos pedagógicos concretos: Un profesor maduro sabe qué debe y qué no debe hacer en su trabajo. Se fija metas claras de acuerdo a su rol docente.

2. Asume desafíos: un profesor maduro no se conforma con hacer "lo que le piden" sino que propone y actúa para que se lleven a cabo.

3. Reflexiona sobre su actuar y quiere mejorar: un profesor maduro es autocrítico y, al asumir sus carencias, busca actualizar sus conocimientos y habilidades; pero, al mismo tiempo, es capaz de reconocer sus capacidades y obtener lo mejor de ellas.

4. Su lenguaje y actitud es coherente con su rol docente: sus palabras y acciones reflejan el rol formador que posee un educador. Evita el lenguaje soez o la falta de respeto, asistir a algunos lugares o realizar ciertas acciones. Concuerdo con que este punto es conflictivo, pues lo que para uno es contraproducente, para otro puede no representar problemas. Acá entra el juego el criterio personal y, si es posible, el acompañamiento de otros docentes.

5. Busca mecanismos para resolver los problemas: el profesor maduro sabe resolver cuestiones que se le presenten en la escuela, pero también sabe que no puede resolver todos los problemas que se le presentan.

Estos indicadores son sólo una muestra de lo que caracteriza a un docente maduro. Alcanzar una madurez docente es una tarea constante que está relacionada con la propia madurez personal del profesor. ¿Cómo puede la formación inicial ayudar a desarrollar la madurez docente? ¿Es factible crear un mecanismo para asegurarnos que quienes egresan de pedagogía tengan un desarrollo emocional adecuado para la pedagogía?.

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